20071021

Una de intolerancia a al Vizcaína

Sobre mi autobús un cielo azul donde resplandece glorioso el astro rey. Bajo en mi parada, habiendo dejado atrás otro día de clases aburridas, la tarde se presentaba hermosa y quizás algo presumida. Tranquilamente me dirigí hacia casa, que el hambre, contenido apenas por un Kit-Kat algo rancio que había comprado al inicio de la jornada, comenzaba a apretar.

Todo era monótono, los pájaros cantaban las melodías de siempre, y, cabizbajos, los transeúntes paseaban enfrascados en sus pensamientos. A lo lejos se oía el traquetreo de las vías del metro y de cuando en cuando un coche serpenteaba con cierta prisa por la carretera a cuyo lado caminaba.

Y de pronto, un soplo de originalidad, un señor paseaba a su nieta y le cantaba una sevillana, algo complicado de ver por estas latitudes. Inconscientemente dejé caer una sonrisa, ya que era algo que no estaba acostumbrado a ver, y aunque pueda no parecerlo, me gustan las sorpresas. Y ahí caminaban, el señor cantando y empujando el carrito, y la niña sonriendo feliz. Pero de pronto, se cruzaron con un señor típicamente vizcaíno, camisa a rayas, pantalón azul y jersey al cuello, que al pasar junto a la feliz pareja dijo algo como "habrase visto, dónde vamos a parar" acompañado de un gutural gesto de desprecio. Tanto el abuelo cantarín como yo, nos quedamos sin saber qué decir, y prácticamente al mismo tiempo, a los dos nos salió la misma expresión: "menudo subnormal". Luego nos miramos, y sonreímos, y cada cual siguió con lo suyo. Yo caminando para saciar mi hambre, y el señor cantando para alegrar el paseo que daba con su nieta.

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